Leyenda e historia del Llamador de Ángeles

Se dice que, en el paraíso, los seres humanos y los ángeles convivían y compartían todos los días. Se acompañaban y protegían como hermanos.

Sin embargo, luego de pecar contra su creador, los humanos fueron expulsados del paraíso, y de la misma manera, del lado de sus protectores.

Así es que los ángeles, que ya no iban a convivir con las personas, les cedieron estos amuletos de plata para que quien quiera que los haga sonar, cuente con la asistencia de un guardián angelical para su protección.

Según la tradición, sólo el dueño del llamador de ángeles puede invocar a su guardián, o decidir cederle personalmente este collar a un nuevo dueño para que haga uso de él.

Es por esto que, en muchas culturas, los padres deciden dejar como legado el llamador de ángeles a sus hijos, y estos a los suyos a lo largo de muchas generaciones.

Se dice que, en la cultura celta, cada guerrero llevaba su llamador de ángeles al campo de batalla, y que el sonido de la plata en su interior podía escucharse mientras marchaban hacia la guerra, protegidos por sus guardianes en el cielo.

Luego de su muerte, el llamador de ángeles era llevado a su familia, pues ahora el amuleto guardaba también la esencia del guerrero perecido en batalla.

 
 
 

 

 

 

 

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