Drácula

 

En la ciudad caían las 22hs.
Algunos rumores comenzaban a circular de boca en boca.
Cuidado al salir de noche.
Pero, no eran más que rumores.
Samanta había organizado con una amiga para salir a cenar y luego irían a alguna disco a bailar.
Se vistió para la ocasión. Con una minifalda negra y una blusa blanca, muy bonita y sensual.
Peino su largo cabello moreno.
 

Pinto sus labios y se maquillo frente al espejo.
Tomo su cartera y salio de su departamento rumbo a lo de su amiga.
Se sentía un leve fresco en el aire.
La ciudad, completamente iluminada, comenzaba a vivir la noche.
Samanta se detuvo en una vidriera de un negocio de ropa y observo uno o dos vestidos de su agrado.
Luego siguió camino por la calle.
Giro en la primera esquina.
 

Un auto paso a su lado y por la ventana el conductor le grito algo que ella no llego a entender, pero supuso que seria alguna grosería.
Camino ignorando esas palabras.
Se fue internando en esa calle, hasta el punto que tuvo la sensación de absoluta soledad.
Comenzó a sentir un vació completo.
Ya no había coches que pasaran.
Siquiera personas a su alrededor.
Tampoco había ruidos, todo parecía dormido, desabitado.
 

Tuvo esa sensación a miedo, pero pensó que era una tontería de ella y siguió camino.
Podía escuchar sus propios pasos.
Y esto la preocupo mucho.
Ningún ruido más que el de sus tacones al golpear la acera.
Miro a su alrededor. Nada. Nadie.
Volvió sobre ella el miedo, pero no permitió que ese sentimiento la domine. Se dijo a si misma que era una tonta por ponerse asi y avanzo, pero esta vez más rápidamente.
 

Una espesa niebla comenzó a surgir del suelo.
El aire se torno más frió.
Y a pesar de que caminaba, y cada vez más aprisa, tenía la sensación de estar siempre en el mismo lugar.
La niebla llego a cubrir sus tobillos
No podía ver sus pies en el suelo.
Su cuerpo tenía escalofríos.
El miedo se apoderaba de ella.
Se dio vuelta y miro a su alrededor.
Nadie. Nada.
Ni un solo ruido.
Ni el más mínimo.
 

Desesperada entro en pánico.
Y corrió.
Se largo a correr cuanto podía.
El golpe de sus zapatos sonaba fuerte, como si fueran potentes golpes al suelo.
De pronto, sintió agua. Como un charco. Y algo pisaba el agua, por que podía escuchar ese ruido.
Volvió a mirar a sus espaldas, pero nadie había.
Decidida, dispuesta a correr con todas sus fuerzas, giro para lanzarse.
 

Dos ojos desorbitados frente a ella.
Una barba de mucho tiempo sin cuidar.
Se paralizo.
Dejo de respirar por un instante, hasta que miro bien.
-A donde va, señorita! - exclamo furioso el extraño.
Vestía ropas viejas, y lucia sucio. Se trataría de algún vagabundo de esos que duermen en las calles.
Si bien tenia temor, a su vez sintió alivio. De alguna manera, tenia el presentimiento de que este vagabundo la había salvado de algo peor, algo mucho peor.
 

-Disculpe, perdón- le respondió.
-Vaya con cuidado niña. Mire por donde camina y nunca mire hacia atrás- dijo el extraño vagabundo.
Dicho esto el hombre avanzo alejándose de ella.
La niebla ya no cubría sus pies.
Podía percibir el ruido de algunos autos a lo lejos.
Respiro aliviada.
Camino mas tranquila, pensando en lo tonta que era por mirar tantas películas de terror.
 

Creyó escuchar un golpe, así que miro.
El vagabundo ya no estaba tras de ella.
No le dio mucha importancia, pero se incomodo.
Volvió a mirar sus pies, los veía.
Respiro hondo.
Se volvió a llamar entupida, y continuo su paso.
Avanzo unos 50 metros y comenzó a reírse sola de su entupido susto.
Se reía a carcajadas, pensando en lo que diría su amiga cuando le cuente el susto que se dio.
Un fuerte viento frió la empujo por la espalda. Voltio.
 

Nadie.
Subió la vista.
Desde el oscuro cielo un cuerpo cubierto de negro volaba hacia ella.
Con su boca abierta y dos enormes colmillos blancos.
Sus ojos rojos la encandilaron.
No pudo moverse.
Y con un solo golpe, la arrebato del suelo elevándola por los aires de un tiron.
Dos poderosas manos, que parecían garras la tomaban por sus brazos.
 

Mientras sentía los colmillos introducirse en el cuello.
No sintió dolor, sino placer.
Y cuando perdía toda fuerza, la soltó y la dejo caer.
Mientras caía desde lo alto, con apenas su ultima fuerza, pudo ver a su agresor. Con la boca cubierta de sangre, y los ojos completamente rojos llorando sangre.
Lo último que sintió fue un fuerte golpe en su espalda.
 

La gente corrió y grito.
-Se suicido- gritaban algunos.
Otros tapaban los ojos de sus niños para que no vieran.
Alguno se acerco a lo que quedaba del cuerpo para intentar ayudar.
Las personas corrían y gritaban desesperadas.
La policía no tardo en llegar y rodeo la zona para evitar que los curiosos pudieran ver semejante horror.
 

-Dicen que se suicido- comento un oficial a otro.
-¿Suicidarse? Si, puede ser, pero ¿de donde cayo? Si aquí no hay edificio de mas de cuatro pisos-

respondió…

Marian


 

Miércoles 15  de Abril 2009